13 Nov
Duro oficio ser rey



Reinar es un duro oficio, y es comprensible que el relax de los monarcas fuera cuestión de estado. Sin duda, el más estresado fue Luis XIV, más conocido como el Rey Sol, porque necesitó treinta y cinco amantes oficiales (una después de otra, se entiende). La primera fue Catherine Bellier, baronesa de Beauvois, y dama de cámara de su madre, la española Ana de Austria, que le encomendó la tarea de iniciarlo en las prácticas amorosas a los 15 años. Destacaremos también a la tercera, Lucie de La Motte-Argencourt, por la simple razón de que fue despedida al descubrir el rey que también era amante del cardenal Richelieu. La dignidad real exigía no compartir amantes, y por ello Luis XIV debió ser el único noble que no pasó por la cama de Ninon de Lenclos, la indiscutible sex-simbol de la Corte, que tuvo sexo con toda la nobleza en tropecientas millas a la redonda. Encerrada por Orden Real en un convento, se volvió lesbiana, y cuando salió montó una exitosa academia para enseñar las artes amatorias a las mujeres.


Mientras tanto, en la corte española todos rezando rosarios y asistiendo a misa. El único que le echaba imaginación era el marqués de Villena (Juan Pacheco), que instaló una cama giratoria. Ya me dirán ustedes, pero a mi me encanta Francia, para que voy a engañarles. 


Es verdad que los matrimonios reales no se basaban en el amor, sino en consideraciones políticas, y que una vez obtenido un heredero la vida marital era más que relajada. En el castillo de Pau (Francia), los dormitorios reservados a la familia imperial estaban separados por 50 metros, y comunicados por unas campanillas. Napoleón III las hacía sonar, y si recibía respuesta de su cónyuge (María de Montjjo), cruzaba el pasillo. Reinas celosas como Isabel la Católica eran raras, aunque motivos tenía, pues Fernando tuvo como mínimo cuatro amantes: Aldonza Roig de Iborra, Joana Nicolau, Toda de Larrea y Juana Pereira.


Por cierto, el coito real para engendrar un  heredero en Francia era público, así como el parto. No me refiero a que cobraran entradas, sino a que en ausencia de pruebas de ADN, hombres y mujeres seleccionados acreditaban la transmisión de los genes reales; debían estar muy atentos, porque en esa época no había Vídeo-Arbitraje. En general, las treinta y cinco favoritas del Rey Sol debieron hacerlo razonablemente bien, ya que ninguna fue quemada, decapitada o encarcelada por orden de SM, pero donde las dan las toman, y su mujer (María Teresa de Austria), se vengó cumplidamente teniendo sexo con un esclavo pigmeo al que llamaban Nabo (no es broma), con el resultado del nacimiento de una niña negra (Louise Marie-Therese). La reina atribuyó el hecho a que comió muchas aceitunas negras durante el embarazo (tampoco es broma), pero no coló porque Francia es la cuna de la Ilustración. No le arriendo las ganancias al tal Nabo, de quien nadie más supo nada, y la niña entró monja en el convento de benedictinas de Moret. 


En estas historias de alcoba real, hay asuntos para los que todavía no tengo explicación, como el caso de  Pedro II de Aragón que repudió a su mujer (María de Montpellier), y se negó a tener relaciones maritales. Sin embargo, y como los nobles y eclesiásticos temían que no hubiera sucesor, lograron que en 1207 la embarazase haciéndole creer que se estaba acostando con una de sus amantes. Y yo me pregunto...¿cómo se pudo lograr semejante engaño? Estoy abierto a recoger cualquier sugerencia.


Enrique Barrera Beitia



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