28 Sep
El Lazarillo de Tormes contra Simplicísimus y Ton Jones “el expósito”



La prensa ferrolana publicó entusiasmada, que un anónimo ciudadano entregó a la policía municipal 200 € que se encontró en un cajero, y que el despistado propietario los pudo recuperar. Esto me ha hecho recordar que en 2013, la revista Reader´s Digest dejó oportunamente olvidadas en dieciséis capitales del planeta, doce carteras con el equivalente a 50 euros en moneda nacional, y la documentación necesaria para devolverla al dueño. En Helsinki devolvieron once carteras, y cuando los reporteros entrevistaron a los honrados ciudadanos, estos se encogieron de hombros y respondieron más o menos de la misma manera:


- ¿Qué otra cosa podía hacer?


Siento decir que las capitales peor paradas fueron Lisboa y Madrid, con una y dos devoluciones respectivamente (en Madrid, una la devolvió un turista alemán). Ya sé lo que ustedes me dirán:


- “Señor Barrera, es que en Helsinki hay mucho nivel de vida, y aquí, ya sabe usted, la crisis, el paro...”.


Sin embargo, una ciudad como Bombay devolvió nueve carteras, mientras que la opulenta Zurich devolvió cuatro. Reconozcan que aquí les he pillado, y no saben que responder… en realidad, yo tampoco.


Se habla de la influencia en el carácter español del Lazarillo de Tormes, ese simpático bribonzuelo que elevó la picaresca a la categoría de legítima estrategia de redistribución de la renta, y de paso dignificar a los  futbolistas pícaros que simulan agresiones y penaltis. Lo curioso es que en Inglaterra tienen el equivalente literario en Ton Jones “el expósito” (no el famoso cantante), y sin embargo, los “supporters” del Aston Vila abuchearon hace años a uno de sus jugadores por simular un penalti que les hubiera dado la victoria.


Los alemanes también tienen en Simplicísimus un sucedáneo del Lazarillo, pero cuando el Tercer Reich movilizó a finales de 1944 al personal de Hacienda, los contribuyentes acudieron a las desatendidas oficinas y metieron en los buzones el importe de sus declaraciones. Es verdad, que se trata de un ejemplo perverso, porque hubiera sido deseable que los ciudadanos no hubieran mostrado tanta lealtad al Estado, y supongo que ustedes ya saben a que me refiero. En 1918, circulaba en la naciente URSS el siguiente chiste:


- ¿Por qué los camaradas alemanes no han hecho todavía la revolución?

- Porque todavía no han recibido la autorización del gobierno.


Así que ya ven, tenemos aquí una excelente materia para hacer una tesis doctoral. ¿Cómo somos de honrados los españoles? ¿A qué se puede deber? ¿Es posible hacer una tesis sobre la honradez sin plagiar?  Al haber usado el chiste ruso sin entrecomillar, ¿me machacará el ABC? ¿Me pondrá Jiménez Losantos como ejemplo de detritus orgánico? ¿Se pedirá mi dimisión como colaborador de Disfruta Ferrolterra?

Enrique Barrera Beitia

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