15 May
España a gritos.



España es el segundo país más ruidoso del mundo tras Japón, y eso que echamos la siesta donde puedes roncar pero no gritar, aunque no sé que es peor. Parece ser que gritamos porque pensamos que el que grita manda, y el que manda no se adapta al entorno sino que lo domina. Además, es más fácil gritar que razonar.

Las tertulias televisivas están repletas de personajes que cocean la convivencia interrumpiendo al que habla, pero es en las “conversaciones normales” donde se desborda el vocabulario, añadiendo al griterío físico que se puede medir en decibelios, la violencia verbal de los insultos, que alcanza su pináculo en temas deportivos donde el 20% de los comentarios son ofensivos. 

Me llama mucho la atención una característica de los españoles, como es la pretensión de que ignorar las buenas formas no tiene por qué pasar factura, porque “somos así”, “son cosas que se dicen” o “no hay que tomárselo en serio”. Es decir, si te enfadas porque te han llamado puto inútil o maricón de mierda, eres un tipejo intolerante que no sabe mantener una conversación.

Dice Arturo Pérez-Reverte, que antes se insultaba en España de manera solemne y selectiva, porque se tenía conciencia de que uno podía terminar en el juzgado, en el hospital, o en el cementerio. Pero ya no quedan capitanes Alatristes, y hemos desgastado tanto las palabras,  que hace tres años se despenalizó el insulto porque las demandas de los ofendidos atascaban el funcionamiento de los tribunales; ahora son meras sanciones administrativas, salvo en algunos casos concretos.

Enrique Barrera Beitia.





Comentarios
* No se publicará la dirección de correo electrónico en el sitio web.
ESTE SITIO FUE CONSTRUIDO USANDO