07 Nov
Fútbol tribal y Basket intelectual.

Fútbol tribal y Basket intelectual.


Algo tendrá el fútbol cuando es el deporte rey en el planeta. Vas perdido por el Amazonas, y cuando estás más desesperado te sale un indígena con una camiseta de Messi. Durante el franquismo, los de la izquierda revolucionaria decíamos que la dictadura nos daba fútbol hasta en la sopa para adormecer a las masas, y razonábamos que cuando llegase la Democracia, perdería importancia en beneficio de la lectura, del teatro y del cine de arte y ensayo. ¡Mon Dieu, qué visión de futuro teníamos! Menos mal que no ganamos, porque habríamos matado de aburrimiento al personal.


Porque el fútbol, más que un deporte, es una válvula de escape. Resulta que el árbitro está revestido de un poder absolutista y tiránico, puede hacer y deshacer a su antojo, representa a la Autoridad con mayúscula…, y tu puedes llamarle (perdonen la expresión) hijo de puta y mandarle a tomar por culo a grito pelado, sin consecuencias penales y sin necesidad de que los bomberos catalanes te defiendan de los antidisturbios. O sea, un sucedáneo de la guerra, pero sin muertos ni destrucción de bienes, un ethos arcaico que retiene nuestro subconsciente para no perder los vínculos tribales en una sociedad globalizada.


También es un deporte propicio para cultivar el victimismo, algo que se agradece en esta época de abundantes victorias morales. Puedes tener el 70% de posesión de balón y  disparar tres veces al poste, para que el rival se lleve los puntos al  marcar en su única aproximación. No es frecuente, pero ocurre.


En cambio, el baloncesto es otra cosa. Cada equipo tiene el mismo número de ataques, y no se puede decir que haya ganadores injustos, incluso en resultados apretados. El público es más tranquilo; si su equipo pierde, acepta que el rival ha sido mejor y no hay nada más que discutir. Barcelona y Real Madrid tienen secciones de fútbol y baloncesto, y el comportamiento es distinto en cada caso. En el pabellón de Esteiro se presume de fair play y de conocimientos. Uno le dice al de al lado, que habría que hacer un dos contra uno en el poste bajo, y este responde que mejor cargar el rebote en ataque con tres jugadoras. ¿Qué ocurre mientras tanto en A Malata? Pués que la gente grita al entrenador que hay que echarle más huevos..., this is the diference.


Enrique Barrera Beitia










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